La esquina del negocio de Don Rolando Marchant en la actualidad
Foto Janet San Marín
Hubo muchas tiendas y almacenes en Cherquenco y el concepto de estos locales comerciales es diferente al que existe hoy.
Por Tienda había que entender un establecimento dedicado especialmente a la venta de géneros, lanas, confecciones, hilos, botones, zapatos, peinetas, palillos, etc., llamados también, artículos de paquetería.
Por Almacén se entendía un local comercial dedicado principalmente a la venta de comestibles.
Pero ninguno de esos dos tipos de locales se daban químicamente puros en los almacenes y tiendas de Cherquenco. Aquí todo estaba mezclado y todos vendían de todo, como ocurrió siempre en territorios recién colonizados o de pioneros. Eso si, en los locales comerciales de familias árabes va a predominar la tienda.
Un almacén vendía comestibles, géneros, lanas, ropa, zapatos, artículos de ferretería, frutos del país, loza, vajilla, licores, cigarrillos, chucherías, etc. Recuerdo que lo único que no se vendía en un almacén eran verduras, vino y pan. Todo lo demás se podía encontrar . Desde un par de herraduras para caballos y un pinche para el pelo, hasta azúcar, café, anilinas para teñir, una pinta de bicarbonato o un par de litros de parafina.
Casi todas las mercaderías venían a granel en cajones, sacos y barricas y llegaban por el ferrocarril.
Don Julio Ramos, comerciante desde los años de 1960-65.
El azúcar venía en sacos de 80 kilos y era en cubos. Se hablaba del terrón de azúcar y, muchos coscachos se dieron porque algún niño le puso más de un terrón, a su taza de té. El agua debía estar bien caliente para disolver estos duros terrones . Se vendía también una azúcar granulada, amarillenta, sin refinar completamente, era más popular.
Se usaba el famoso frasco pastillero y el almacenero tomaba las pastillas con la mano.
El arroz entero y partido venía en sacos de ochenta kilos, la yerba mate en barricas de madera de 30 o más kilos, las legumbres en sacos de 8o kilos, la sal en sacos, el té a granel, aceite en tambores de 180 litros, manteca y grasa en latas de 20 kilos, la parafina en tambores de 200 litros, fideos sueltos en cajas y barricas. Cada comerciante debía arreglárselas para pesar y envolver lo que el cliente requería. Todo se envolvía en papel, no se conocían las bolsas de plástico.
Se vendía mucha harina cruda, que venía en bolsas de género. En la mayoría de las casas se hacía pan amasado. Las bolsas después de lavadas se convertían en calzoncillos, manteles, toallas o sábanas. Las sábanas de bolsa eran un poco ásperas pero calientitas.
El café soluble de hoy no existía en el Cherquenco de la primera mitad del siglo XX. Se usaba el café de cereales o de higos tostados y molidos, que se preparaba remojándolo un rato en agua caliente, en una bolsa de género puesta dentro de una cafetera. Los más pudientes compraban el café legítimo que venía en granos tostados, había que molerlo y prepararlo igual que el de cereales.
Había algunas conservas como sardinas en aceite y en salsa de tomates, salmón tipo jurel, duraznos en conserva, salsa de tomates, leche condensada, cocoa y un par de cosas más.
Quién podía, hacía dulces y frutas en conserva en casa, para todo el año.
Los cigarrillos, todos sin filtro y, de menor a mayor precio eran: Favorita; en papel amarillo y con los extremos plegados, como hechos a mano; Ideal, Bandera, Baracoa, Premier Corcho y Premier Ambré, Opera, Cabañas con y sin boquilla y Liberty. El primer cigarrillo con filtro fue el Hilton y aparece por el 1965 más o menos. Se usaba mucho comprar tabaco, un papel especial y hacer los cigarrillos, también algunos hombres mascaban el tabaco.
El Ideal era el cigarrillo popular, de los trabajadores. Era tabaco negro muy fuerte, áspero.
Los primeros detergentes y blanqueadores envasados fueron Radiolina, Perlina, Gringuito y Jabonela Milagro, anteriormente se usaba sólo jabón en barra: Gringo o Marsella y el azul de metileno para la ropa blanca.
Las teteras, ollas y palas, colgaban del techo del negocio junto a un terno de ropa o una manta de castilla.
Los zapatos preferidos eran los cosidos a mano, seguían los entaquillados. En estos últimos la suela se sujetaba al marco del zapato por una estaca chiquita de madera llamada taquilla. Mucha gente mandaba a hacer sus zapatos a la Zapatería de Enrique Cantero. donde don Manuel Rodríguez o Don Segundo Parada. Los zapatos de antes eran durísimos y para usarlos continuamente, primero debían pasar por un periodo de "amansamiento". Se les mandaba cambiar suela muchas veces antes de darlos de baja. Para la nieve y el barro se usaban las suecas o "burras", plataformas de palo y caña de cuero amarrados con cordones, parecidas a los suecos de hoy
No había variedad de marcas, la oferta era muy limitada y se estaba obligado a consumir lo que el comercio ofrecía. La gente estaba obligada a comprar en el el pueblo porque viajar a Temuco era lejos y se ocupaba todo un día; el dueño de casa trabajaba y la señora en su casa haciendo labores del hogar y cuidando los hijos. Se podía ir sólo en tren. Ya después con la llegada de los buses y los buenos caminos la cosa cambiará.
Otra razón que obligaba a comprar en el pueblo, es que las industrias pagaban el día sábado a mediodía. Muchas veces estos pagos eran con cheques al portador, por el valor de la semana de trabajo. No había bancos en el pueblo, entonces los comerciantes recibían esos cheques a cambio de un pedido de mercaderías, donde, por lo general, el remanente en efectivo, era mínimo. Pero igual alcanzaba para otras cosas, el pueblo tenía un record importante de cantinas. El día de mayor movimiento comercial, entonces era el sábado en la tarde.
Don Celso Hidalgo y Sra. Albertina Umanzor, antiguos comerciantes
cherquenquinos. Foto Erika Escobar H.
Los géneros más usados eran la mezclilla, el grano de pólvora que era una tela gruesa de lana, brin, tocuyo, crea, franela, popelina, percalas y algún casimir, que el comerciante siempre cortaba derechito con unas inmensas tijeras.
La ropa hecha era de un diseño estandar bastante deficiente y tosca.
No está de más repetir que en esos años, no existía la gran variedad de productos manufacturados que hay ahora, y se privilegiaba todo lo que tuviera mayor duración. Además la prendas confeccionadas eran de alto costo y, por lo tanto, salía más a cuenta comprar un género y llevarlo donde una modista o hacerlo en casa. En Cherquenco eran famosas modistas las Hermanas Acuña y la Sra. Elsa Tapia. Todas las mamás e hijas mujeres tejían y en las casas había máquinas de coser que se ocupaban siempre.
Los obreros de las industrias y los campesinos, claro está, ganaban poco y sus consumos alcanzaban para las cosas de comer y algo más. Muchos clientes tenían crédito, "libreta", en los almacenes para los imprevistos.
Sólo podían aspirar a más aquellas familias, donde además del trabajo del padre, la madre ayudara a la economía del hogar con costuras, lavados o trabajando como empleada doméstica. Era muy raro que las mujeres trabajaran en una actividad rentable fuera del hogar. Las profesoras son pioneras en esto.
Las grandes ventas del comercio eran para las Fiestas Patrias, Pascua, Año Nuevo y el mes de marzo cuando se terminaban las cosechas y se suspendían las labores madereras. No se celebraban el día del niño, el día de la madre o del padre. Eran más festejados los santos y para San Juan, hubiere o no un Juan en la casa, se cocinaba un sabroso estofado.
Como sinónimo de ir a comprar se decía "ir a emplear".
Revisando la lista de comerciantes del pueblo uno se puede dar cuenta, que si bien estos vendían mucho, por lo general, ninguno se enriqueció. Tuvieron sí, un buen pasar y pudieron mandar a sus hijos a estudiar a un colegio secundario y hasta a la universidad. La mayor parte de los hijos una vez terminados sus estudios emigraron del pueblo.
Para los hijos de un obrero o campesino fue más difícil salir fuera en busca de otras oportunidades. casi siempre seguían el oficio del padre.
Cuando ya cierran las industrias, se produce una emigración mayor que va hacia Temuco, Laja que despertaba con el papel y la celulosa y otros lugares.
Actual Café y Restaurant de Turismo, frente a los bomberos
Si miras esos almacenes y los comparas con algunos de ahora, claro, no eran higiénicos, andaban lauchas y ratones, había que tener un gato, las medidas quizás no eran las más exactas, no eran bonitos. Pero tenían algo... Algo que se ha perdido con la modernidad . Había en ellos una dimensión humana muy rica, los atendían sus dueños, había amabilidad, cariño, respeto. Entre casero y comerciante se establecia una amistad muy rica. El momento de la compra era un momento también para la conversación sobre la casa, la familia, los hijos, los sueños, los proyectos.... Un almacenero discreto, que vaya si son escasos, se enteraba de muchas cosas y casos, sin moverse del mostrador.
En 1950 - 51 por un problema de crisis económica, algunos productos de primera necesidad faltaron en el mercado y, el azúcar, yerba, fideos, arroz y otros alimentos de primera necesidad eran vendidos racionados, contra un cupón dado por un organismo fiscal llamado Comisariato. Algo similar se repitió en 1973, acompañado ahora, con una crisis política.
Mariella Battaglia Villalobos: "Me acuerdo cuando chica, 3 años, le robaba yogurth a Don Julio y mi perro el Patán, le sacaba cecinas. Don Julio muy enojado decía: la Mariela y el Patán, no entran más a mi negocio".
David Montecinos : "Wena onda ese caballero" (por Don Julio ramos).