miércoles, 8 de agosto de 2012

EL "18" EN CHERQUENCO.


                                                Dieciocho de  2007
En los pueblos chicos el 18 de septiembre tiene un sabor diferente, es más auténtico, más pintoresco, es decir, es mejor. Y en Cherquenco era mucho mejor aún.

Desde la semana previa el pueblo era diferente.  El comercio se pasaba abarrotado de clientes del pueblo y campos cercanos. Se veía gran movimiento en las calles ya que también bajaba gente de los diferentes aseraderos a celebrar o comprar sus faltas.
Todo el mundo se cacharpeaba para la fecha: todos lucían pilchas nuevas, desde el sombrero de fieltro al bototo, desde el pinche p'al pelo hasta el zapatón de medio taco, incluida la media nylon.
En las veredas se instalaban vendedores ambulantes venidos de no se dónde ofreciendo todo tipo de chucherías en sus canastos, organilleros con un mono, canario o loro  sacando  la suerte por una chaucha, chinchineros, predicadores, el Nica bailando su famosa cueca...  "tanta chiquilla bonita y tantos hevones solteros"... tiqui, tiqui, ti....

Huasos a caballo engalanaban las calles, a veces después de algunos tragos se armaban unas trifulcas de padre y señor mío donde se imponía la ley del rebenque. Los curaos lucían su borrachera peleando, durmiéndose en la calle o reclamando amistad de quienes se cruzaran en su camino.
Era el día de la libertad y no había detenidos.

Todo el pueblo embanderado y en la solapa de los varones  una banderita de lata.
En las casas asado con papas doradas y empanadas, mote con huesillos, leche nevada, o duraznos en conserva de postre, pajaritos, alfajores y empolvados a toda hora.  Todo bien acompañao con vino en chuica, ponche de duraznos, pilsener, malta, aloja, Orange Crusch, Bilz o alguna mistela .
No era muy usual el asado a la parrilla, se comía menos carne que ahora y las conservas eran un lujo.


La fiesta oficial era en la cancha de fútbol en cuyo perímetro se instalaban las ramadas y puestos,  don Apolonio con sus helados de bocado y vainilla, algún bazar para tirar al blanco o tirar argollas al gollete de una botella de licor y otras entretenciones. Siempre las mejores ramadas eran las de don Rolando Marchant y don Lucho Villarroel: con orquesta, techo de zinc y piso de tablones. 
La ceremonia oficial era el Acto Cívico del 18, en un escenario frente a la tribuna de la cancha  abarrotada de público.  Desfilaban las escuelas, los boyscout, los bomberos, frente a las autoridades  formadas por :  Inspector Municipal, Directores de Escuela, Cura Párroco, Jefes de Bomberos, Comité de Fiestas Patrias Regidores y vecinos, a continuación un acto preparado por las escuelas y alguna bendición y discurso. Todo al ritmo marcial de la banda de pitos y cajas de los scout.
Hasta mediados de 1960 no se incorporaban al desfile los clubes de huasos, centros de madres, jardines infantiles, juntas de vecinos, etc. No existían.
Cuando llovía el Acto Cívico se hacía en el salón del Cuerpo de Bomneros.

Durante los tres días  funcionaban las ramadas de amanecida, había también competencias de rayuela, fútbol, básquetbol, cuecas, volantín, fuegos artificiales, juegos populares. También se hacían domaduras de caballos y monta de novillos en algunas oportunidades.

El Grupo de Scout, el día 18 temprano daba una vuelta completa al pueblo desfilando al compás de patrióticas marchas tocadas por su banda de pitos y cajas.
Lo más hermoso de todo es que era una fiesta para la familia, sin peligros ni excesos, bueno algunos curaditos había pero, no hay fiestas patrias sin emparafinados.




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